Este proyecto nació por parte del Gobierno para que decenas de familias salgan de las riberas del estero Salado, y se vuelvan parte de un proceso de reubicación.

Los grupos que vivían en torno al puente de la A, suroeste de la ciudad, se asentaron en la primera etapa. Alegaban lejanía y que las casas eran estrechas comparadas a las viviendas que poseían a orillas del estero.

Progresivamente, ya habitada la etapa dos, construida al lado de la primera, se desencadenaron hechos reales: daños en inmuebles, falta de servicios, inseguridad y sensación de abandono de las autoridades.

La mirada pública volvió al sector luego de que un grupo de moradores reclamara al presidente Rafael Correa, en un recorrido por los campamentos educativos del noroeste, el pasado martes, por la carencia de agua potable en la etapa dos de Socio Vivienda.

Quejas

“Repararon ciertos departamentos. Dijeron que iban a arreglar las terrazas, pusieron tubos para tender la ropa, pero hasta la fecha no impermeabilizan las terrazas”, alega.

En la casa de Jessenia Tolosano, en el bloque 4 B, se corrigieron las fisuras de la losa, pero quedó sin atender, dice ella, el problema de la filtraciones.

Otra falla que García expone es el drenaje de aguas lluvias. Explica que en el lindero de Socio Vivienda 1 con la cooperativa Nueva Prosperina hay tres desfogues que desembocan en una zanja, lo que no es suficiente, pues cuando llueve con intensidad se inundan las calles.

Entre otros.