Patricio Rodríguez está contento. Por la moto acuática que compró sólo le faltan pagar dos cuotas.

"Se pagó solita", cuenta mientras da una palmada de orgullo sobre el equipo que le costó 16 mil dólares y que alquila para los turistas que llegan a Salinas, en la provincia de Santa Elena.

Patricio no cuenta cuántos son sus ingresos por la moto acuática, pero es a la vista una inversión rentable: hay otros 32 de estos vehículos en Salinas y cobran en promedio 20 dólares por alquilarlas durante media hora tras un entrenamiento rápido.

En este balneario las inversiones no sólo están en el mar, están sobre todo en el malecón y hacia arriba, en grandes hoteles.

Interés. José Behr, director municipal de Turismo, dice que a la inversión que llegó en la década de 1970, mayoritariamente guayaquileña, se está sumando el creciente interés de inversión nacional.

El funcionario dijo que fuertes capitales de Loja, Cuenca, Azogues y otros se han interesado en el desarrollo de este balneario.

La oferta turística allí va desde hotelería, diversión nocturna, actividades de sol y playa. Además se aprovecha la cercanía a otros puntos de interés como La Chocolatera, un sitio natural, y la intensa diversión que oferta Montañita.

Ricardo Huayamabe trabaja en un hotel, cuyos precios por noche van desde 18,30 dólares en temporada baja hasta los 24,40 dólares cuando hay mayor demanda. Allí tienen capacidad para acoger a 120 personas.

En Salinas es posible encontrar hostales donde se hopedan como máximo una decenas de turistas y hoteles donde cabe medio millar. En algunos hoteles de lujo el precio por noche puede bordear 700 dólares.

Promotoras como Gabriela Villón hasta "atrapan" a los visitantes para llevarles su oferta turística. Ella trabaja para una cadena hotelera internacional que tiene sus instalaciones a 25 minutos de Salinas, y es allí a donde sin ningún costo llevan a pasar el día a los visitantes para ver si se animan a quedarse (ahora sí pagando).

Negocio. Se calcula que en Salinas el 60 por ciento de la población depende directamente del turismo, el resto lo hace mayoritariamente de la pesca.

Frente a su malecón destaca el imponente crecimiento hotelero representado en grandes edificios.

En este balneario desde los más grandes hasta los más pequeños inversionistas dependen del flujo y reflujo de la llegada de turistas, con las diversas temporadas y feriados que hay a lo largo del año.

Jonathan del Peso, por ejemplo, vive del alquiler de sus carpas (tiene ocho), parasoles (20) y sillas (40). Esa inversión es su sustento.

Este ciudadano cuenta que en temporadas de máxima afluencia como carnaval  puede hacer hasta 200 dólares en un solo día. Pero no siempre es así: mientras habla con este reportero no le aparece ni un cliente. "Cuando es malo es malo, no llego ni a los 20 dólares a veces. Pero ahí vamos", comenta con resignación.

Fuente: El Diario Manabita